Durante las últimas décadas,
los países no solo han logrado avances significativos en términos de reducción
de aranceles, sino también han logrado una mayor integración en las cadenas de
suministro, así como un incremento en el comercio internacional de mercancías.
Esta evolución ha puesto en relieve la necesidad de una mejor administración
comercial y procesos gubernamentales más eficaces.
Como consecuencia, la logística
se ha posicionado como un actor crucial entorno al comercio internacional ya
que en ella recae el éxito de la conexión de los mercados mundiales y brinda,
incluso a las regiones remotas, la posibilidad de tener acceso a los
consumidores que demandan sus productos.
En este sentido, la
competitividad de los países está determinada fuertemente por la eficiencia de
toda la cadena de suministro, la cual incluye a la logística comercial tanto de
los bienes intermedios como de los finales.
La eficiencia de los eslabones que conforman esta cadena es considerada
como la esencia del concepto de Facilitación
del Comercio, por lo cual dicho concepto abarca la optimización de los
múltiples procesos que intervienen en la comercialización de los bienes,
involucrando tanto al sector público como al privado.
Con la entrada en vigor del Acuerdo
de Facilitación del Comercio (AFC) el pasado 22 de febrero de 2017, los países
se han comprometido a reducir las barreras no arancelarias, simplificando,
armonizando y estandarizando los procesos entre entidades públicas y
organizaciones para permitir una transacción comercial internacional mucho más
sencilla. México ha
orientado acciones de política en pro de optimizar las operaciones de comercio
exterior y darles previsibilidad al partir de reportes e índices elaborados por la Organización
Mundial del Comercio y otros organismos internacionales. Con
apoyo de estos instrumentos, se han identificado áreas de oportunidad en las
que aún predominan elementos que
aumentan los costos de las actividades comerciales más de lo necesario.
El comercio marítimo es la prueba de ello. Y es que alrededor
de 92% del comercio mundial de mercancías se transporta por vía marítima, a
costos que, por lo general, tienden a duplicar o triplicar los derechos de
aduana que imponen los países importadores. En consecuencia, un
buque que hace escalas en varios países puede verse obligado a completar
diversos formularios que varían de un puerto a otro pero que suelen solicitar
la misma información, además de que la travesía marítima de un buque puede
prolongarse por demoras en el despacho en los distintos puertos de escala.
Aunado a esto, los horarios que no responden a
las necesidades de los comerciantes, los
cuellos de botella que se forman en los principales puertos, la falta de
transparencia en las normas y reglamentos, el exceso de requisitos de
documentos (a veces en diferentes formatos), entre otros elementos, se
consideran obstáculos comerciales y como consecuencia, afectan
negativamente a la inversión, el empleo y el desarrollo impulsado por el
comercio marítimo.
La Facilitación del Comercio va
más allá de la mejora en estos factores. Y es que anteriormente se había
asociado a este concepto con la modernización de las aduanas y, de cierta
manera también con las agencias gubernamentales vinculadas a la inspección en
la frontera. Sin embargo, para aumentar exponencialmente la competitividad se
requieren de medidas más inclusivas que potencialicen el comercio. Se trata
entonces de definir a la Facilitación del Comercio no sólo como una forma de
eliminar trámites burocráticos sino como un
enfoque holístico que involucra también la coordinación tanto de los gobiernos
como de los principales actores involucrados.
Los legisladores, las cámaras,
asociaciones e instituciones de apoyo al comercio y la inversión, así como la
comunidad empresarial tienen un rol fundamental en la determinación del mejor
modo de trabajar para promover la implementación del Acuerdo de Facilitación del Ccomercio y las ventajas de ello
son múltiples. Por un lado, se genera una coordinación entre los gobiernos y
los comerciantes quienes trabajan propiciando el diálogo continuo. Por otro
lado, contribuye al diseño y la implementación de procedimientos fronterizos
que minimizan los costos regulatorios y las trabas para los flujos comerciales,
permitiendo que los estados persigan objetivos de políticas públicas relativas
al control de fronteras, la defensa del consumidor y la salud pública.
Mediante este mecanismo de
coordinación se logra entender a la facilitación del comercio desde la
perspectiva tanto del sector público como de los actores involucrados en el día
a día del comercio internacional de mercancías, utilizando sus conocimientos
técnicos de los procedimientos fronterizos, y su experiencia en el cumplimiento
de la normativa en vigor, sacando provecho de las mejores prácticas, identificando
flaquezas y recomendando soluciones óptimas para maximizar los flujos
comerciales y minimizar el costo de los intercambios.
Es esta la razón por la que la
competitividad internacional está dada hoy en día por el grado de desarrollo
del sistema logístico del comercio internacional, que incluye los trámites de
exportación e importación, pero no se limita a ellos. La existencia de un
sistema logístico integral actúa como elemento de atracción a la inversión
extranjera directa y como agente de modernización que permite que cada vez sean
más los que logran internacionalizarse con mayor facilidad y con mayor certidumbre.
La necesaria integración de los
sistemas logísticos y de reformas administrativas requieren de la participación
imprescindible de las cámaras, asociaciones y del sector privado quienes actúan
como mayor incentivo hacia la difusión de las sinergias provocadas por este
nuevo esquema. En otras palabras: en una
economía globalizada sólo participan exitosamente aquellos que saben actuar en
conjunto.